- Con frecuencia hace exclamaciones o
responde antes de que se le termine formular la pregunta.
- A menudo es incapaz de esperar su turno en las
filas, de respetar el turno de los demás en otras situaciones de grupo.
- Constantemente
interrumpe o se entromete de los asuntos de otros.
- Con frecuencia habla en exceso sin
poder contenerse ante las situaciones sociales.
Si usted observa que su hijo presenta alguna de las conductas expuestas arriba,
será conveniente acudir primero con el
pediatra para que
descarte
deficiencias visuales, auditivas, existencia de
convulsiones, valorar secuelas de traumatismos craneales,
enfermedades
somáticas agudas o crónicas, desnutrición, trastornos del sueño, síndromes,
efectos secundarios de algunos medicamentos, etcétera.
Posteriormente acuda con el psicólogo para valorar la presencia de trastornos
de ansiedad, depresión, secuelas de abusos o abandonos,
descartar algún otro trastorno de base emocional, etcétera. E incluso, en el
caso de adolescentes, valorar si existe abuso de sustancias. Esto debido a que
una gran variedad de trastornos puede confundirse con el TDAH y es
importante hacer un diagnóstico diferencial.
Al mismo tiempo, hay que considerar que existen trastornos que se presentan
asociados frecuentemente al TDAH.
Estos trastornos son:
1) Trastorno
oposicionista desafiante (TOD)
Se trata de un conjunto de conductas negativas, hostiles y
desafiantes presentes de forma constante durante al menos 6 meses.
Estas
conductas incluyen discusiones constantes con adultos, rabietas, enfados, negativas
a cumplir las normas establecidas, desobedecer las órdenes de
los adultos, mentiras recurrentes, culpar a otros de sus propios actos y
mostrar resentimiento.
2) Trastorno de conducta
Se trata de un patrón de conductas en el que se violan
sistemáticamente las normas sociales y legales, y los derechos
básicos de los demás, de forma persistente y durante al menos un año.
Se caracteriza por conductas agresivas hacia personas o
animales por medio de la intimidación, amenazas,
peleas, uso de armas potencialmente dañinas, crueldad física, destrucción
de la propiedad, robos, mentiras para eludir responsabilidades.
3) Trastornos de ansiedad
Este trastorno y TDAH es una combinación muy frecuente en la
infancia y se presentan en aproximadamente un 25% de los casos, ya que el TDAH
aumenta por 3 el riesgo de padecer un trastorno de ansiedad,
qué se caracteriza por inquietud, miedo, inseguridad, aprensión, pensamientos
negativos, anticipación de peligro o amenaza, sensación general de
desorganización.
4) Trastornos afectivos
Entre el 20% y 30% de los niños con TDAH se ha
encontrado prevalencia de depresión mayor o distimia, ya que
son pequeñitos que tienen un riesgo de padecerla mayor que la población normal.
Y haga una pausa e imagínese como no será esto posible, si es un pequeñito que
seguramente va de castigo en castigo, de regaño en regaño, acumulando
la desaprobación y el reproche continuo, siendo objeto de
señalamientos y discriminaciones. Qué panorama, ¿no?
5) Trastornos de sueño
El TDAH a veces suele combinarse con dificultades para conciliar
el sueño, como para mantenerlo y en su duración. Puede también acompañarse
de somnílocuos (hablan dormidos), terrores nocturnos,
pesadillas, movimientos involuntarios y sonambulismo.
6) Problemas de rendimiento académico
7) Debido tanto a los propios síntomas del TDAH como a la
asociación con problemas específicos del aprendizaje como dislexia,
discalculia, digrafía, problemas de procesamiento auditivo.
8) Lesiones y
accidentes frecuentes
El niño
hiperactivo tiene cuatro veces más probabilidades de sufrir accidentes
y lesiones graves (fracturas, traumatismos, rotura de dientes,
etcétera) debido a la impulsividad y a la presencia de trastornos de la
coordinación motora.
En el caso de adolescentes el cuadro clínico incluye, además de hiperactividad,
impulsividad y déficit de atención, pobre control de los impulsos,
pobres habilidades de organización, dificultades para elegir y establecer
prioridades, así como estrategias inadecuadas de resolución de problemas.
Esto repercute
en un rendimiento escolar deficitario, baja y muy lastimada
autoestima, dificultades para relacionarse de una manera positiva con
iguales y desempeño errático en la realización de tareas.
En esta etapa las ocasiones de realizar conductas impulsivas,
peligrosas y sin considerar las consecuencias se hacen frecuentes, debido a la
creciente influencia de los iguales y la menor supervisión de los padres.
La población más vulnerable a presentar mayores tasas de suicidio,
intentos de suicidio y muertes accidentales son aquellos pequeños con TDAH (Trastorno
de déficit de atención e hiperactividad) asociado con TC (Trastorno de
conducta) o TOD (Trastorno oposicionista desafiante) que no cuenten
con un tratamiento adecuado.
El
TDHA,
es un
trastorno crónico que puede variar sus manifestaciones
desde la infancia hasta la edad adulta. Afecta en todas las áreas del
funcionamiento
habitual (casa, escuela, amigos, trabajo, pareja, familia, etcétera) y
los síntomas persisten en hasta 50-80% de los casos en la vida adulta. Se trata
de un problema clínico que genera gran desajuste en quien lo padece y quienes
le rodean.
La prevalencia de este trastorno se sitúa entre el 3% al 10% de la población
infantil. Estadísticamente los niños son más propensos que las niñas a
presentarlo en cifras que varían de 2 a 1.
Las niñas presentan con mayor frecuencia problemas de inatención,
dificultades cognitivas y síntomas ansiosos y afectivos y en el caso de los
niños la sintomatología predominante es de impulsividad o agresividad.